Para variar, quisiera compartir uno de mis poemas favoritos (no soy fanática de la poesía, pero bueno, unos pocos han llegado a gustarme). E...

UN PLEITO

Para variar, quisiera compartir uno de mis poemas favoritos (no soy fanática de la poesía, pero bueno, unos pocos han llegado a gustarme). Es de Rubén Darío. Lo aprendí de memoria cuando era apenas una niña, y todavía puedo recitarlo sin un solo error :-) (También puedo recitar El cuervo, de Edgar Allan Poe, en su idioma original, pero hasta yo admito que eso es demasiado nerd.)

Por cierto, este poema es de dominio público dada la fecha de muerte del autor, así que no estoy pisoteando ningún copyright... a diferencia de todos esos podridos administradores de webs piratas, a quienes les deseo ser devorados por un enorme monstruo defensor de los derechos de autor. Ea.

Aquí les va el poema, escrito en 1884. Supongo que cualquier similitud alegórica con la realidad, pasada o presente, no es coincidencia :-D

UN PLEITO

I

Diz que dos gatos de Angola
en un mesón se metieron
del cual sustraer pudieron
un rico queso de bola.

Como equitativamente
no lo pudieron partir,
acordaron recurrir
a un mono muy competente;

mono de mucha conciencia
y que gran fama tenía,
porque el animal sabía
toda la Jurisprudencia.

—Aquí tenéis —dijo el gato
cuando ante el mono se vio—
lo que este compadre y yo
hemos robado hace rato;

y pues de los dos ladrones
es el robo, parte el queso
en mitades de igual peso
e idénticas proporciones.—

Aquel mono inteligente
observa el queso de bola,
mientras menea la cola
muy filosóficamente.

—Recurrís a mi experiencia
y el favor debo pagaros,
amigos, con demostraros
que soy mono de conciencia;

voy a dividir el queso,
y, por hacerlo mejor,
rectificaré el error,
si hubiere, con este peso.—

Por no suscitar agravios,
saca el mono una balanza
mientras con dulce esperanza
se lame un gato los labios.

—Haz, buen mono, lo que quieras
—dice el otro con acento
muy grave, tomando asiento
sobre sus patas traseras.

II

Valiéndose de un cuchillo,
la bola el mono partió,
y en seguida colocó
un trozo en cada platillo;

pero no estuvo acertado
al hacer las particiones,
y tras dos oscilaciones
se inclinó el peso hacia un lado.

Para conseguir mejor
la proporción que buscaba
en los trozos que pesaba,
le dio un mordisco al mayor;

pero como fue el bocado
mayor que la diferencia
que había, en la otra experiencia
se vio el mismo resultado,

y así, queriendo encontrar
la equidad que apetecía,
los dos trozos se comía
sin poderlos nivelar.

No se pudo contener
el gato, y prorrumpió así:
—Yo no traje el queso aquí
para vértelo comer.—

Dice el otro con furor,
mientras la cola menea:
—Dame una parte, ya sea
la mayor o la menor;

que estoy furioso, y arguyo,
según lo que va pasando
que, por lo nuestro mirando,
estás haciendo lo tuyo.—

III

El juez habla de este modo
a los pobres litigantes:
—Hijos, la Justicia es antes
que nosotros y que todo.

Y otra vez vuelve a pesar
y otra vez vuelve a morder;
los gatos a padecer
y la balanza a oscilar.

Y el mono, muy satisfecho
de su honrada profesión,
muestra su disposición
para ejercer el Derecho.

Y cuando del queso aquel
quedan tan pocos pedazos
que apenas mueven los brazos
de la balanza en el fiel,

el mono se guarda el queso
y a los gatos les responde:
—Esto, a mí me corresponde
por los gastos del proceso.


Espero que les haya gustado tanto como a mí :-)

G. E.

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