En general los veterinarios somos las personas más tolerantes del mundo. Es que no tenemos más remedio: nuestros pacientes no pueden decirnos qué les duele, a veces atacan sin razón aparente y, aunque nosotros los amamos, ellos a menudo nos detestan. Si no fuera por nuestra vocación, quizás los tiraríamos por la ventana (lo cual, por supuesto, no sería nada bueno para el negocio).
Sin embargo, sí hay una lista de cosas que nos hacen enojar. Y mucho. Cualquier propietario de mascotas que esté leyendo esto hará bien en copiar la lista y guardarla por ahí para futura referencia. No es que los veterinarios vayamos a tirar a los propietarios por la ventana cuando nos hacen enojar (también sería malo para el negocio), pero tener estas cosas en mente mejorará mucho la relación cliente-veterinario. Porque créanme: aunque en el momento de la consulta no digamos ni una palabra cuando alguien nos hace enojar, es muy probable que más tarde hablemos del asunto entre nosotros... y ya se sabe que los chismes corren.
Por eso, hete aquí la lista de cosas que nos hacen enojar:
CLIENTES QUE BUSCAN TERAPIA
A ver, déjenme explicar esto de la forma más sencilla posible: los veterinarios NO SOMOS MÉDICOS NI PSICÓLOGOS. Los veterinarios atendemos MAS-CO-TAS. O sea, cualquier bicho EXCEPTO el
Homo sapiens. ¿Está claro? De hecho, en los veterinarios se aplica más que en ningún otro grupo humano el dicho ese de "más conozco a los hombres, más quiero a mi perro", sólo que en nuestro caso son todos los perros y gatos.
Algunos clientes, sin embargo, piensan que porque los veterinarios somos amables, y nos gustan los animales, y no nos ponemos en un pedestal como los médicos, a nosotros sí pueden contarnos todas las cosas que los médicos no escuchan.
En estos casos es muy probable que el veterinario ponga cara de paciencia y diga "ajá, ajá" en los momentos adecuados, pero por dentro estará imaginando que le mete una bola de algodón en la boca al cliente parlanchín. A los veterinarios NO NOS INTERESAN los problemas familiares de los clientes, ni sus neurosis, ni lo que comieron en la cena de Navidad; nos interesa saber QUÉ ES LO QUE LE PASA A LA MASCOTA. ¡¿Podrían decirnos de una buena vez cuál es el puñetero motivo de consulta?! Gracias.
CLIENTES QUE HUMANIZAN A LAS MASCOTAS
No todos los veterinarios detestamos esto, pero sí unos cuantos. Los clientes que humanizan a sus mascotas son un problema porque los animales, presten atención a esto, LOS ANIMALES NO SON PERSONAS CON PELO, MUCHO MENOS NIÑOS. Los animales no entienden el idioma español, por más que comprendan algunas palabras y tonos de voz. Hagan este experimento: díganle a su perro, con tono dulce, "chucho de porquería, esta noche te voy a descuartizar con un cuchillo de carnicero". El perro, en lugar de salir corriendo, seguro moverá la cola, probando mi punto.
Lo malo de humanizar a las mascotas es que les crea problemas de conducta e incluso problemas de salud. Los animales tienen reglas diferentes y organismos diferentes, y hay que respetar eso por el bien de la mascota.
De lo contrario, luego no se quejen con nosotros si el perro es el dueño de la casa, o si ladra todo el día, o si se enfermó porque ustedes le dieron algo que a él le gusta mucho pero que es tóxico para los perros.
¡¡Y NO, LOS ANIMALES CARNÍVOROS NO PUEDEN SER VEGANOS!!
CLIENTES NEGLIGENTES Y MENTIROSOS
Los clientes negligentes y mentirosos son una cruz porque complican un trabajo que de por sí ya es complicado. En serio, ¿usted recién notó ayer en su perro ese tumor del tamaño de una pelota de fútbol? No me diga, ¿recién ayer el gato se puso así de esquelético? Y puestos en ello, ¿cómo es que no se ha dado cuenta de que su mascota está cubierta de pulgas y garrapatas?
No es que el veterinario se vaya a poner a gritar o algo así, pero es muy probable que su cara se torne roja y que por dentro esté pensando "¡¡¡GGGGRRRRRRRR!!!" en grandes letras también rojas.
No nos mientan. Legalmente no les podemos pegar por mentir (y créanme, nos damos cuenta cuando los clientes mienten), y lo único que conseguirán es perjudicar a su mascota, ya que las mentiras dificultan el diagnóstico.
Y para los clientes negligentes: por favor, olvídense de tener mascotas. Si quieren acariciar algo suave y peludo, mejor cómprense un oso de peluche. Gracias.
CLIENTES MÉDICOS
No los odiamos pero sí son algo latosos. Se creen que lo saben todo. "Me parece que mi gato tiene inflamada la úvula." Ajá. Qué interesante, porque los gatos no tienen úvula. Vaya a atender a un
Homo sapiens, por favor, y déjenos hacer nuestro trabajo.
CLIENTES CON MASCOTAS EXÓTICAS
Por supuesto, no odiamos a las mascotas exóticas
per se, pero ¡¡qué ganas de complicarnos la vida sus excéntricos propietarios!!
Antes de que el propietario empiece a preguntarle al veterinario por qué su xipo-lo-que-sea no se reproduce (¿y qué hace, por cierto?; ¿pone huevos?), quizás deba aclarar a qué género animal corresponde. En serio, señor cliente, ¿no podía conseguirse una mascota más convencional? Entiendo que los gatos y perros quizás sean demasiado corrientes para su
chiflada maravillosamente única personalidad, pero hay tropecientas mil especies animales, y si los veterinarios tuviéramos que estudiarlas todas nos llevaría siglos conseguir el título. Así que, por favor, la próxima vez consiga una tortuga, una iguana o un cobayo. Otras mascotas que en general no estamos preparados para atender (excepto los veterinarios de zoológicos): pangolines, ratas topo, oricteropos, puercoespines, mandriles, babirusas, ranas tropicales venenosas y dragones de Komodo.
CLIENTES CON MASCOTAS GORDAS
Los perros y gatos no pueden robar comida del refrigerador. Tampoco pasan voluntariamente su tiempo engullendo comida chatarra enfrente del televisor. Así que, sr./sra. propietario/a: ¿¿podría poner a su mascota a dieta de una buena vez, antes de que explote??
CHANTAJE EMOCIONAL
Es la estrategia #1 de los clientes que no quieren pagar las cuentas. "No tengo dinero para pagar el tratamiento, pero ¿cómo va a dejar que se muera mi perrito/gatito? ¿No estudió veterinaria porque le gustan los animales?" Pues sí, a los veterinarios nos gustan los animales. Y no, no nos gusta que los animales mueran por cuestiones económicas. Pero los veterinarios TAMBIÉN TENEMOS QUE PAGAR LAS CUENTAS. El chantaje emocional no funciona en los supermercados. Podemos financiar el pago en cuotas mensuales, si quiere, pero guárdese el chantaje emocional para alguien más. En serio, es un golpe bajo, juego sucio, patada en el cu... o como quiera llamarle. En suma, un fastidio. Culpe, si le apetece, al capitalismo, pero corte el rollo.
GATOS PSICÓTICOS
Es quizás la única cosa molesta que no es culpa del propietario. Es muy posible que Michifús sea un santo en la casa y ronronee cuando lo acarician, pero apenas llega al consultorio veterinario, se convierte en un engendro perverso como demonio recién salido del averno. Más o menos como esto:
Es muy difícil manejar a los gatos psicóticos dado que, a diferencia de los perros, los gatos son flexibles como anguilas y tienen un total de dieciocho garras afiladas que en el momento de un ataque se vuelven armas mortales. O sea, el gato psicótico es una criatura feroz, ágil, invencible, furiosa, esquizofrénica y con tendencias homicidas. Algo así como una cruza entre Hannibal Lecter, medio rollo de alambre de púas y un abrigo de pieles.
Si usted tiene un gato así, por favor tráigalo en una bolsa resistente. Con que nos dé dos minutos para inyectarle un calmante será suficiente. De lo contrario... si el veterinario queda desfigurado, tendrá que vérselas con su abogado. Pero no es nada personal, ¿eh? Sólo son gajes del oficio :-)
G. E.
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